Entrevista publicada en Revista Clave N. 14, Quito, enero 2010.
Autor: Ana María Durán Calisto
Llegué al Hotel Sheraton con una preocupación en mente: ¿cómo escribir un artículo interesante sobre un lobby de hotel apenas renovado? Desconocía el efecto caleidoscópico que tendría conocer a su creador: el arquitecto Pablo Cornejo, una verdadera caja de pandora llena de sorpresas que me gustaría compartir con los lectores de Clave.
Un recorrido por el Hotel Sheraton
Pablo ha estado colaborando con el Hotel Sheraton desde que fue inaugurado hace más de una década. Sus huellas se han ido acumulando en varios estratos de intervención pertenecientes a distintas épocas. “Los espacios de un hotel tienen que ser dinámicos y hay que renovarlos continuamente”, me explica. “En el exterior se renuevan, en promedio, cada cinco años porque los clientes de un hotel como éste –un business hotel- viajan sin cesar y llegan a hartarse de un lugar si no se lo renueva”.
Los micro-renacimientos del Sheraton han ocurrido de manera aditiva y respondiendo a las exigencias de la categoría ITT, que ofrece servicios de primera clase y diversidad de instalaciones. Hace cuatro años se inauguró el Restaurante Cooks, cuyo ingreso interior se marca con un precioso panel de mármol traslúcido y cuya propuesta culinaria integra un delicatesen que mira hacia la calle y donde se comercializan los embutidos, el pan y la pastelería de la cocina hotelera. Me detuve a mirar la maciza mesa de picar: un bloque de madera laminada que hace eco de los experimentos que Pablo ha llevado a cabo en los muebles. Las ergonómicas sillas del restaurante se moldearon en frío, también con madera laminada. El panel que divide el delicatesen del comedor, en cambio, está fabricado en metal: lo palpo, me gusta el acabado: “es un pavonado químico”, me dice Pablo, “el mismo acabado que se utiliza en la fabricación de rifles”.
Restaurante Cooks, Hotel Sheraton, Quito
Otra de las intervenciones en este “coral de renovaciones”, como lo llama él, es Link, un centro digital bien iluminado, en el que cada mueble está diseñado para facilitar la conexión de aparatos electrónicos y garantizar la comodidad del usuario. Una enorme mesa redonda, enchapada en seike y sapeli, se desdobla concéntricamente para dar paso a los cables y complementar el counter sobre el cual se ordena una hilera de computadores con sus respectivos bancos. A Link se sumó un almacén de souvenires que ocupa el espacio del que antes fuera un depósito de maletas. También se renovaron tres pisos de habitaciones y, por último, se intervino en el lugar objeto de este artículo: el lobby del sub-suelo (antes una terraza abierta) y el salón al que da acceso.
Link, Hotel Sheraton, Quito
Terraza del Hotel Sheraton antes de la remodelación
Terraza remodelada como vestíbulo de los salones, Hotel Sheraton, Quito
Ambientes automatizados: interiorismo y tecnología multimedia
El gran salón del Sheraton está compuesto por tres módulos que permiten subdividirlo en dos o tres partes. Esta flexibilidad espacial y de uso se logra gracias a un sistema de paneles móviles, de marca HUFCOR, cuyas cualidades aislantes son idénticas a las que ofrece una pared estándar. A este efecto contribuyen también el cielo raso y las subdivisiones que ocurren sobre él. Al igual que los paneles móviles, las puertas, con sus 9 cm. de espesor, cumplen una función acústica que permite cerrar el espacio herméticamente. Incluso las “baldosas de alfombra” que recubren el piso se pueden extraer y lavar fácilmente sin perder su capacidad de absorción de ondas ni su alta durabilidad. Sobre las paredes se ha utilizado un tapiz vinílico marca VESCOM, proveniente de una fábrica holandesa que se especializa en la producción de acabados para hoteles, cuyos materiales deben ser de baja combustibilidad y no emitir gases tóxicos en caso de ignición.
Pero no sólo el espacio es flexible, lo son también las instalaciones. La barredera de acero que recorre el perímetro del salón facilita el acceso a los tomacorrientes y a las salidas y entradas de audio y voz. Los sistemas de iluminación, audio y vídeo han sido metódicamente integrados entre ellos y en el espacio. El dispositivo más innovador es el sistema digital que permite regular el ambiente desde una base central –un pedestal diseñado por Prodiseño que contiene la pantalla de control. Gracias a una conexión inalámbrica, desde allí se pueden pre-programar ambientes o “escenarios” de manera que la iluminación, el volumen, la temperatura, la amplificación y otros parámetros se ajusten automáticamente a los niveles requeridos. Por ejemplo, si se selecciona la opción “conferencia” el nivel de luminosidad se ubica entre 360 y 400 lux; para “cóctel” o “cena”, en cambio, la luz incandescente aumenta conforme disminuye la fluorescente; si se selecciona “seminario”, la pantalla de proyección baja y se enciende automáticamente el proyector. Esta estructura animada de generación de ambientes permite simular una pre-escena en el salón y grabarla. Dos sistemas fueron utilizados para lograr esta fantástica configuración: uno de aire acondicionado de Imecanic y otro de multimedia de AMX. Ambos se vinculan con una red de detección y control de incendios que también se activa automáticamente. No sorprende que para alcanzar este grado de sofisticación tecnológica fuera necesario involucrar a 24 compañías en la remodelación de un salón multiuso.
Green hotels
Puesto que los sistemas mecánicos de regulación climática han sido criticados como poco sostenibles y onerosos desde el punto de vista energético, le pregunto a Pablo si tomó en cuenta consideraciones medioambientales en su diseño. “Por supuesto”, responde, “seguimos las normas de los green hotels. El sistema de aire acondicionado, por ejemplo, es el primero en Ecuador que utiliza un refrigerante ecológico. A partir de la firma del Tratado de Kyoto, se estableció una fecha máxima para el uso de freón como material refrigerante, y nosotros la hemos respetado”. Desde el punto de vista de la iluminación se utilizaron únicamente equipos de bajo voltaje que consumen menos energía, aunque su costo inicial sea mucho mayor. Considera que cualquier arquitecto comprometido con el medioambiente tiene que saber demostrar a su cliente que vale la pena invertir en sistemas sostenibles. “En el caso del Sheraton”, me explica, “hubiera sido imposible instalar un sistema tan caro si un ingeniero no presentaba las proyecciones de ahorro energético”. A Pablo también le gusta saber de dónde proceden los materiales con los cuales trabaja y colabora exclusivamente con empresas que hayan demostrado tener un historial de conciencia ecológica. Además de proceder de una fuente de extracción sostenible y legal, opina que el material, para ser calificado como “verde” debe ser reciclable o biodegradable una vez cumplido su ciclo de vida.
Un ciclo de calidad: fábrica + estudio + almacén
Lo más fascinante de la visita al Hotel Sheraton fue descubrir que la mayoría de objetos y espacios interiores, además de haber sido diseñados por Pablo y su equipo, han sido manufacturados en su fábrica. En el vestíbulo del hotel, por ejemplo, me había mostrado un proyecto mecánico de maceteros que suben y bajan gracias a un sistema de poleas que permite distribuir el verde en un espacio de gran altura y regar los helechos. Los canastos de acero inoxidable fueron manufacturados con CAM (Fabricación Asistida por Ordenador) y están hechos de una placa de acero inoxidable con un solo corte en espiral. El desarrollo de esta clase de prototipo es posible gracias a la estructura de diseño y fabricación que ha montado Pablo a través de los años y que le ha permitido ejecutar proyectos de arquitectura, diseño industrial e interiorismo de altísima calidad, a la vez que cumple con las complejas funciones administrativas que impone la mediana industria. El circuito que incluye al estudio Prodiseño y el taller de manufactura Decosa, se completa con Ocres Design, una compañía comercial que introduce un componente cultural al ejercicio del diseño. Pablo viaja cada dos años en una suerte de turismo etnográfico que le permite investigar la producción de diversas culturas, así como seleccionar e importar objetos que enriquecen el diseño contemporáneo gracias al contraste que ofrecen.
La estructura organizativa que describió Pablo me motivó a visitar sus talleres. Prodiseño y DECOSA se complementan simbólica y físicamente en un ensamble perfecto: las oficinas de diseño ocupan un edificio anexo al galpón principal que constituye el taller. “Cuando pude unir la fábrica con el taller de diseño se completó mi sueño”, dice Pablo. Ambos ocupan una esquina dentro del complejo industrial Parque Delta: un conjunto que alberga entre 14 y 15 compañías industriales y de servicios cuya calidad arquitectónica merece un espacio aparte. Baste con decir aquí que es un ejemplo perfecto de lo que podríamos llamar “estética elemental”. El Parque Delta ha crecido de forma orgánica, respondiendo a demandas y necesidades a lo largo de 7 años. Con bloque de cemento, ladrillo, metal corrugado y adoquín –los materiales más comunes y crudos de nuestro entorno urbano, de nuestras periferias- se levanta este recinto industrial, demostrando que el diseño tiene un poder de transformación enorme y que se puede hacer mucho con muy pocos recursos.
“Concebimos al diseño como un acto colectivo”, me dice, mientras circulamos por las oficinas de Prodiseño, donde todos están equipados con una computadora y una mesa de dibujo. Alrededor de la suya se reúnen a bosquejar con él los miembros de su equipo de diseño. Detrás de su escritorio se abre una gruesa ventana desde la cual se divisa el gran espacio central de la fábrica. Allí se arman los prototipos que se diseñan en Prodiseño. El diálogo entre fábrica y estudio es continuo. Si un experimento fracasa en la fábrica, se lo corrige en el estudio, y viceversa. Es una estructura de ajuste y calibración mutua. “El sistema de producción es genérico,” añade “y, sin embargo, nos permite desarrollar productos únicos”. La configuración espacial de la fábrica es interesante en sí misma: no conforma un mega-galpón dentro del cual todo ocurre. Pablo ha aprovechado sus dos flancos longitudinales para crear sendas zonas de servicios a un lado y áreas de acabado de productos al otro; los dos flancos convergen hacia el centro en la nave principal donde se desarrollan las actividades de maquinado y los procesos de ensamble. El diseño de la fábrica ha respetado cuidadosamente las normas municipales medioambientales y de seguridad.
La arquitectura como obra de arte total
Pablo Cornejo, un arquitecto graduado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central del Ecuador en 1979, y fiel continuador de una sensibilidad escultórica hacia los materiales y las formas, ganó una distinción en la Bienal de Arquitectura de Quito con su casa en el año 2002 y ha construido innumerables obras de interiorismo, arquitectura y diseño industrial para importantes empresas como Produbanco, el Hotel Sheraton y el Hotel Colón. Su principal obra, sin embargo, y la más difícil de lograr, pues constituye la culminación de un meticuloso trabajo que a través de los años ha logrado convocar a diversos agentes del diseño en un solo espacio, es la estructura misma de trabajo que ha montado Pablo y que le permite alcanzar el sueño de la Bauhaus, o de Frank Lloyd Wright, aquél que los alemanes denominan allgemeine Kunswerk, la obra de arte comunal y total, y que remite también al concepto de Baukunst: la construcción, a cualquier escala, como un arte, como el arte de construir. El único elemento que añadiría al conjunto, confiesa Pablo, es una Fundación: “se requiere tanto diseño en la sociedad y no todos pueden pagarlo”. En la fundación se encargaría de capacitar a diseñadores jóvenes y desarrollar con ellos proyectos sociales. “La superestructura es el diseño” me había dicho Pablo cuando me explicaba el funcionamiento de su red de trabajo integral y holístico. Le creo: lo verifiqué en cada objeto y cada espacio que vi, en la atención ofrecida al detalle, en la sensualidad de las texturas, en cada curvatura milimétricamente calculada de las formas. Me alegra haber podido escribir unas pocas palabras sobre Pablo Cornejo y su equipo, cuya única falencia es mantener su obra relativamente inédita, cuando el esfuerzo de publicarla y discutirla es vital a la hora de establecer modelos positivos y locales de desarrollo.
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